lunes, 24 de enero de 2011

La nube de confusión del gluten-Opiaceos alimentarios-

Les traigo este excelente articulo del sitio Nutricion Depurativa, todo lo que puedo decir es que en Agustin, el gluten es tremendamente malo para su organismo. Cada vez que tuvimos accidentes en su alimentación, es como si lo cubriera una nube de confusión, por eso lo cuidamos tanto de esas proteinas nocivas. La ultima vez que ingirió gluten por accidente(fuera de casa), hizo pis en la alfombra y noté dificultades para retener esfinteres, como si no se diera cuenta que se estaba haciendo encima. El contacto visual es otro cambio notorio, durante los días posteriores a la ingesta se lo ve con falta de contacto visual, en estado exclusivo y cuesta mucho lograr su interes y tener períodos altamente conectados. Asi mismo se incrementan los juegos estereotipados y repetitivos. De entre el gluten y la caseína, es el primero que tiene peor efecto en los accidentes. Que ingiera gluten significa retroceder varios meses en el tratamiento hasta que su cuerpo logra desintoxicarse de los peptidos, pero esto en ocasiones puede tardar días, semanas e incluso meses, todo depende del organismo de cada persona. Sería bueno que todas las familias y amigos de niños en tratamiento biológico pudieran leer este articulo para tomar en cuenta que una simple y aparentemente inocente rebanada de pan(por ej.)puede causar estragos en el tratamiento de nuestros hijos. A ningun abuelo le gustaría ver como su nieto deja de controlar esfinteres, a ningun tio le simpatizaría que su sobrina perdiera sus reflejos y se atontara verdad? Pues estos son solo algunos de los efectos del gluten en nuestros hijos. Sería bueno que demos difusión a este articulo entre las familias de niños en tratamiento biológico para que estas puedan actuar como soporte a los padres de los niños en tratamiento, y si no logran ayudar, por lo menos no entorpezcan la integridad de la dieta libre de gluten y caseína para nuestros pequeños con autismo, tgd, deficit de atención e hiperactividad. A partir de la lectura de este articulo, quizás, dejen de pensar en el gluten como algo inofensivo y a lo mejor hasta borren la frase "mas bueno que el pan" de la faz de la tierra.

Laura


OPIÁCEOS ALIMENTARIOS

Qué nos hace zombis y adictos?

Nadie duda que “somos lo que comemos”. Por tanto, aquello que cotidianamente ingerimos tiene una gran influencia sobre nuestro estado físico y mental. Mire a su alrededor. ¿No ve usted demasiados zombis? ¿Por qué tantas personas actúan como tales? Según el Diccionario de la Real Academia, el significado de zombi es: atontado, que se comporta como un autómata. Es fácil observar como se ha incrementado el estado de apatía social en las últimas décadas. Junto a la obesidad, ha crecido ese letargo colectivo que impide establecer prioridades, privilegiando cosas banales respecto a grandes temas, como la buena salud. ¿Por qué tanta gente no puede corregir nocivos hábitos alimentarios? Es sorprendente saber que insospechados alimentos cotidianos son responsables de esta tendencia, y también de la adicción por dichos alimentos. El objetivo de este informe es comprender qué nos generan estos alimentos y porqué nos cuesta dejarlos.

Todos saben que al consumir morfina, uno se vuelve lento, apático y adicto. Esto sucede porque la morfina es una sustancia opioide. ¿Por qué somos sensibles a dichas sustancias? Porque nuestro organismo (sobre todo el encéfalo) posee receptores para estos péptidos opioides. ¿Por qué? Porque nosotros los producimos en caso de necesidad. Cuando debemos escapar de algún peligro y nos encontramos heridos, necesitamos condiciones especiales para sobreponernos. En tales situaciones, el organismo produce péptidos opioides para disminuir el dolor; las conocidas endorfinas.

Los corredores de maratones conocen los efectos de las endorfinas, moléculas que les permiten continuar aún cuando se hallan exhaustos. Las endorfinas generan efectos placenteros, incrementan la resistencia física, provocan euforia, tienen poder analgésico… y también resultan adictivas. Para poder cumplir su función, las endorfinas requieren la presencia de receptores apropiados, en los cuales encajan como llave en una cerradura. Dado que las endorfinas y los péptidos opiáceos son muy similares, ambos encajan en nuestros receptores encefálicos.

Por cierto que el ser humano no está diseñado para embriagarse con morfina ni con endorfinas. La secreción de endorfinas se realiza en el organismo en determinadas condiciones especiales. Y la morfina no es un nutriente. Sin embargo, los receptores del encéfalo son susceptibles a otras sustancias opiáceas: aquellas presentes en los alimentos. En los años 70, científicos del Instituto Max Planck de Munich (Alemania) le llamaron exorfinas. Surge entonces una pregunta natural: ¿por qué hay péptidos opiáceos en nuestros alimentos? Las razones también son naturales.

Los opiáceos alimentarios

Las exorfinas cumplen un papel esencial en la cría de los mamíferos y están presentes en todas las especies. Terneros y bebés reciben sus primeras exorfinas con las mamadas iniciales. Esto genera en el neonato una dependencia hacia la madre y un estímulo a consumir alimento. Además lo tranquiliza y lo duerme, cosa sencillamente comprobable en la reacción de los lactantes luego de mamar. Estos péptidos opiáceos, además de asegurar la ingesta de nutrientes por parte del neonato y garantizar su descanso, cumplen otra función clave.

Dado que el bebé esta recibiendo un alimento altamente especializado y específico, la naturaleza crea mecanismos para que se aproveche al máximo este nutriente perfecto. Por ello, los péptidos opiáceos de la leche incrementan la permeabilidad intestinal, o sea “abren” la malla filtrante que es la mucosa de los intestinos. Si bien la mucosa esta diseñada para evitar el paso de alimentos no digeridos o sustancias tóxicas, en el neonato no existe tal riesgo, al ser la leche materna un alimento perfecto y totalmente digerible. Por ello, la mucosa se hace más permeable, a fin de no desperdiciar una sola gota de este nutriente vital, asegurando la absorción de los factores de crecimiento presentes en la leche materna. Este mecanismo se convertirá en uno de los más grandes problemas del adulto que continúe ingiriendo péptidos opiáceos, como veremos luego.

La leche contiene diferentes péptidos opioides, enmascarados en proteínas (caseína, lactoalbúmina, beta-lactoglobulina y lactoferrina). Los péptidos opioides de la leche son: beta-casomorfinas, alfa-caseína exorfinas, casoxinas, beta-casorfinas, alfa-lactorfinas, beta-lactorfinas y lactoferroxinas. Para prevenir la degradación de los péptidos y asegurar su función, los mismos son relativamente indigeribles y está previsto que lleguen inalterados al flujo sanguíneo.

¿Pero solamente la leche de los mamíferos posee péptidos opiáceos? No, también algunos vegetales sintetizan estas moléculas, a fin de defenderse de sus enemigos. Es el caso del trigo, cereal dotado de péptidos que adormecen a sus predadores. Una sola molécula proteica de gluten hallada en el trigo, contiene 15 unidades de un particular péptido opioide. El gluten del trigo contiene un número de péptidos opioides extremadamente potentes. Algunas de estas moléculas son incluso 100 veces más poderosas que la morfina. Los péptidos opioides del gluten hallados en el trigo son: glicina-tirosina-tirosina-prolina, tirosina-glicina-glicina-triptofano, tirosina-prolina-isoleucina-serina-leucina y tirosina-glicina-glicina-triptofano-leucina (el más potente de todos).

Los sacerdotes del antiguo Egipto utilizaban al trigo para alucinar, y lo empleaban en los vendajes, para disminuir el dolor provocado por las heridas. Los emperadores romanos sabían que el pueblo no se rebelaría mientras tuviera pan y entretenimiento. Todos los productos derivados del trigo contienen péptidos opioides: pan, pasta, pizza, galletas, tortas, empanadas, tartas, etc. Al padecer un dolor dental, se puede masticar pan durante 10 minutos a fin de aliviar el dolor, con lo cual se comprueba su potencia anestésica.

El problema de los opiáceos

Hemos visto que los péptidos opioides son absolutamente naturales, tanto en plantas, animales o humanos. Sin embargo, son un problema al sacarlos de contexto y consumirlos en abundancia, cosa que hacemos en nuestra moderna alimentación. Justamente por sus efectos adictivos, estos alimentos pasaron de ser “alimentos de supervivencia” en ciertas etnias, a ser “alimentos omnipresentes” en la masificada dieta industrializada. Además de sabores, texturas y practicidad, lo adictivo explica la supremacía de panes, galletas, pizzas, lácteos y pastas, sobre otros alimentos más nobles y más antiguos.

Más allá de los problemas directos que genera el abultado consumo de lácteos y trigo (refinación, procesamiento industrial, combinación con grasas, azúcares y aditivos nada saludables), el principal inconveniente de los péptidos opiáceos se visualiza en la función intestinal. Por un lado, la capacidad adormecedora de estas sustancias, “anestesia” vellosidades y paredes intestinales, generando estreñimiento y constipación. Es sencillo constatar la masificación de este padecimiento y las graves consecuencias que genera, como desencadenante del “ensuciamiento” corporal. Por otra parte, el incremento de la permeabilidad intestinal es algo que potencia y “garantiza” el problema. Los alimentos no digeridos y las sustancias tóxicas, se frenan por efecto del estreñimiento, mientras que la mayor permeabilidad facilita su rápido ingreso al flujo sanguíneo.

Además de generar apatía, adormecimiento y lentitud, los alimentos que contienen opiáceos son difíciles de abandonar. Personas que deben seguir dietas estrictas sin lácteos ni trigo, sufren al inicio los mismos síntomas del síndrome de abstinencia que protagoniza un adicto a las drogas: temblor en las manos, irritabilidad, sensación de vacío, etc. No es casualidad que muchos alimentos, incluso cárnicos y saborizantes, tengan entre sus componentes proteínas de leche y trigo, lo cual garantiza fidelidad al consumo.

Investigadores de la Universidad de Michigan (Usa) determinaron recientemente que las mujeres son más vulnerables a estas adicciones, en parte porque son más sensibles al dolor, en parte porque sufren más en situaciones de estrés debido a efectos hormonales. No olvidemos que los receptores opiáceos del encéfalo son responsables de que nos encontremos subjetivamente bien o mal, y de allí la inconsciente dependencia hacia las fuentes alimentarias. Las mujeres necesitan dosis más altas de analgésicos opioides para liberarse de un dolor y por ello tienen más dificultades para abandonar dicha dependencia.

Por último, para tratar de compensar el efecto de enlentecimiento mental que generan los opiáceos alimentarios, las personas se vuelcan al consumo de estimulantes (cafeína, mateína, teína, azúcar, taurina y cosas peores). Lejos de resolver el problema, este acoplamiento determina hábitos poco saludables, que sin embargo tienen profunda raigambre y son socialmente bien aceptados.

Más allá del fenómeno adictivo y los hábitos culturales, ni trigo ni lácteos resultan alimentos que aporten nutrientes esenciales. Cuando se habla de nutrientes esenciales, nos referimos a sustancias o compuestos que no puedan ser satisfechos con otros alimentos propios de nuestra fisiología frugívora (semillas, frutas, verduras, algas, etc).

Extraído de los libros “Nutrición Depurativa” y "Lácteos y Trigo"

2 comentarios:

María dijo...

Como me gusto tu entrada de las vacaciones Lauri!!!
Que Agustín haya avanzado tanto, que toda la familia disfrutaseis de unas merecidas vacaciones.
Me alegro muchísimo y te mando un beso fuerte

Marina dijo...

Hola Lauri, como sabés nosotros no hacemos la dieta, pero te escribo porque hay cosas que le pasan a Constantino bajo mucho estrés que se parecen a lo que contás. Por ejemplo, en las vacaciones dejó de controlar efínteres, como si no se diera cuenta, ahora en casa está un poco mejor. También dio un buen paso para atrás, pero de a poco va llegando a su lugar otra vez. En fin, solo eso, que me llamó la atención. Gracias x la info, siempre tan importante!!!