Cartas a mi hijo -De un tiempo diario muy especial-

Te miro. Me agacho para estar a tu altura. Voy a decirte una frase de gran importancia para vos, que se repite de lunes a viernes. “A cambiarse para ir al jardín” Enseguida me tomas de la mano y me llevas a la puerta, ya queres salir. Es increíble como te gusta ir a compartir. Te baño, te cambio, te pongo el pintorcito, la campera y te cuelgo la mochila. Recuerdo otros tiempos, donde me preguntaba si algún día te dejarías la mochila puesta y soñaba con ello. Ahora ya es parte de tu rutina, pero no dejo de pensar y de decir, que es un milagro cumplido. Caminamos de la mano y no puedo dejar de mirarte. Aprovecho todo lo que veo para hablarte. Miras el camión, el colectivo o a un perro amigo. Algunas calles están rotas y en tu cabecita no entendes el por qué. Si algún pedazo de mosaico yace herido cerca de su otra mitad, tus piecitos aceleran su paso para intentar encastrarlo. Se que si pudieras hablar me dirías “mami, la vereda esta rota”, pero yo entiendo tu mirada, buscando mis ojos, compartiéndome lo que ves. Te entiendo perfectamente hijo mío. Aprendo a conocerte cada día y a comprender todo tu mundo, porque es la naturaleza de cada madre, comprender el reino de sus hijos. En el mundo del autismo una mirada significa universos, una silaba un diccionario completo, y cada paso que das es una hermosa oportunidad para enseñarte. No importa si hoy no lo aprendes, mami te asegura que con el tiempo lo harás. Con los tiempos de Dios y en tus propios tiempos. No te apuro principito, ni permito que nadie te apure. Comprendo.

Con el tiempo he aprendido a saber cuando se viene una queja, una sonrisa, pero no por eso dejo de sorprenderme. Hace tiempo solías encerrarte en el castillo de tu mente, en una tierra lejana para mí, pero segura para vos. Pocas veces me dejabas entrar; Pocas veces nos dejabas entrar. Ese castillo con altos muros empieza a desvanecerse. Cada vez que me miras, que me buscas o propones alguna cosa, se hace mas pequeño ese reino tuyo. Quisiera creer que ya no te divierte jugar ahí, que preferís jugar con mami a las cosquillas, a la escondida y a las corridas. Quisiera creer que cada día dejas que te rescatemos con un beso, un abrazo, una caricia o un juego. Yo te ayudo, el te ayuda, todos te ayudamos; Papá, abuelos, tíos y primos. Terapeutas, maestras y amiguitos. Me emociona abrir tu cuaderno de comunicación con tu maestra integradora cada día, para ver que nuevas sorpresas me esperan. Aunque suene tonto, espero ese momento durante todo el día, porque se, que estar con tus pares también te rescata, y veo como batís nuevos récords de permanencia cada semana. La semana entrante Dios mediante, serán tus primeras dos horas completas de tiempo en el Jardín. Amor mío, cumplimos el objetivo. Cumpliste el objetivo vos solito, pero lo mejor de todo, es que sos feliz con tus amigos, con tus seños, con tu espacio. Miro la foto que te saco Any, tu maestra integradora y me derrito. Todo se cae para mí, todo se hace agua, y me emociono con solo contarlo, con solo mirarte como compartís en el Jardín. Este es tu precioso tiempo y yo te ayudaré, todos te ayudaremos a integrarte, como tus amigos, que cada vez que te levantas de la mesa en la merienda, te van a buscar y vos les haces caso, y te sentas con ellos. Ayer, no empezaste a comer el alfajor, hasta que no cantaron la canción para empezar. Estas conectado con tu entorno, y yo…yo me derrito solo por mirarte. Me muero de amor con cada gesto, beso, mimo y mirada. La felicidad que me regalas, me hace reir y llorar al mismo tiempo. Sos el gran amor de mi vida. Solo te pido que me dejes vivir para disfrutarte. Tu amor me rescata cada día de mis dudas, mis miedos y mis penas.

Yo por momentos te rescato, pero vos… Vos me salvas todo el tiempo.