martes, 14 de agosto de 2012

Salida al Hipermercado

Ayer por la noche decidimos ir al Hipermercado. Generalmente es una tarea que realizamos Raul o yo, pero sin llevar a Agustín, puesto que este tipo de salidas presenta muchos desafíos para él.

Agustín ya no entra en el carro de las compras, así que fue la primera vez que entramos caminando de la mano al Hipermercado. El camina de la mano muy bien cuando vamos a la plaza o a comprar a algún supermercado pequeño de los del barrio, pero al Hiper nunca había entrado caminando; Siempre en el carro de las compras  y con cuidado que no tirara las torres de latas que los repositores insisten en poner en el medio del paso. Quien no ha pensado alguna vez en sacar una de las de abajo para ver el efecto dominó? Si no lo han pensado, no han tenido infancia!jajaja 

Agustín caminó de mi mano. Antes de entrar atinó a largarse a correr. Le explique moviéndome despacio y con un tono neutro en mi voz,  que en el supermercado había que caminar, que no se permitía correr. Enseguida continuo caminando de mi mano.

Luego vió una góndola llena de pelotas de todos los colores posibles. Las pelotas se están convirtiendo en una hermosa motivación para él.  Me pidió una que él mismo eligió tocándola, color naranja.

Fue espectacular ver como caminaba tan tranquilo, de mi mano y su pelota debajo de su otro brazo, como cualquier futbolista. Me pregunto de donde lo aprendió? Lo habrá visto? Se acordará de antes? Será innato? Como sea, fue hermoso. Ahí estaba yo, caminando con una sonrisa. La gente pasaba, me miraba y yo no podía hacer otra cosa que sonreír. Mis ojos estaban llenos de lagrimas por la emoción del momento. Como a los cinco minutos de recorrido, Agustín  me miró y me dio la pelota. Empece a ver que buscaba algo cuando llegaba a las intersecciones de las góndolas. Sus  ojitos iluminados iban en busca de un tesoro especial. Yo dejé en todo momento  que el me llevara, mientras papá cargaba algunas cosas en el carro. De pronto algo se iluminó!!! Agustín había encontrado la góndola que estaba buscando. Ahí me cayeron todas las fichas. Tesoros llamados jabones! Una de sus mega motivaciones! Apurando sus pasos y en consecuencia los míos  llegamos hasta donde estaban sus preciados tesoros. De todas formas, colores y aromas. Por un minuto me invadió el miedo de que quisiera llevarse todos los jabones, o que se tirara al piso y no quisiera continuar para  quedarse allí, cosa que sucedía  algunas veces cuando era mas pequeño y  lo bajábamos del carro a su pedido.  
Decidí no cerrar puertas en mi mente. No presuponer. Decidí pensar que Dios estaba al control y  que mi hijo iba a hacer lo mejor que podía en ese momento de tanta emoción y motivación. Decidí creer en él. 

Agustín agarró  un jabón y siguió caminando. Luego vio uno mas lindo, dejó el que tenía y tomó este otro. Seguimos caminando. En el acto nos cruzamos con Raul que iba dirigiendo su carrito, como en la carrera de los autos locos,  tratando de optimizar el tiempo. Nos miramos e intercambiamos gestos de sorpresa y sonrisas. Códigos nuestros. Miradas profundas  y gestos corporales con los que aprendimos a hablar para evitar en ocasiones las palabras que nuestro hijo tanto comprende. Nuestras almas estaban invadidas de una profunda felicidad. Nuestros rostros por ese sentimiento tan lindo que algunos llaman alegría. 

Llegamos a las cajas rápidas, donde había dos personas delante nuestro y Agustin permaneció en la cola. Por un instante se quiso ir, y Raul le explico que había que pagar antes de ir al auto y volvió a permanecer en la cola.
Fue la primera vez que no hay que lidiar para sacarle algo que tiene en la mano para que la cajera lo cobre. El mismo comprendió el mecanismo de comprar. Quizás lo comprendió siempre y nunca antes había podido demostrarlo por tener que lidiar con tantos desafíos sensoriales. No lo sabemos. Lo que si sabemos es que fue una compra feliz.  Vimos cuanto avanzó, que gran diferencia desde la ultima visita al Hiper y ahora.

Como siempre, gracias a Dios que nos guía en su tratamiento biológico y  a todo el equipo del Programa Son-Rise,  que cada día ponen todo su amor para que Agustín, ademas de divertirse y jugar, pueda aprender. 

Cuando hay amor, aceptación, unión y respeto, pasan cosas maravillosas como estas. Cada día le damos  gracias a Dios por haber elegido no darle drogras psiquiátricas  a nuestro hijo. Por haber cambiado a nivel educativo a un programa tan precioso como Son-Rise, donde Agustín no hace cosas por imposición u ordenes, sino por motivación propia.

TE AMAMOS HIJO,  ESTAMOS ORGULLOSOS DE VOS, NO SOLO ESTA VEZ, SINO SIEMPRE.
Vamos a hacer todo lo que este a nuestro alcance para tu recuperación y lo que no podamos hacer, si existen cosas imposibles para nosotros, de eso se encargará Dios, que es especialista en imposibles.



2 comentarios:

Adolfo y Eduardo dijo...

Gracias por recordarme y hacerme partícipe de los avances de nuestros niños. felicitaciones Laura

Anónimo dijo...

Me encanta poder echar una mirada al maravilloso mundo de una mamá y un hijo, en especial a través de unos ojos tan llenos de amor. Muchas gracias!!!